lunes, 10 de marzo de 2014

OBJETOS QUE HABLAN POR SÍ MISMOS

THOMAS STRUTH. Sala 12, Museo del Prado. Madrid, 2005 

¿Han escuchado la falsa modestia del curador cuando asegura que en la exposición sólo dejó que "las obras hablaran por sí mismas"? Si bien figurativamente es posible entablar un diálogo reflexivo frente al objeto cultural a partir de la investigación y la comunicación, es evidente que la obra carece de voz propia o significado unívoco, muy a pesar de lo que algunos insistan todavía en afirmar.

Vale la pena entonces recordar que las exposiciones son el resultado de una serie de acciones históricas destinadas a privilegiar objetos desviándolos de su ruta natural de uso u obsolescencia.[1] En este sentido, las colecciones esperan silenciosas a sus intérpretes: investigadores que al seleccionar y catalogar, otorgarán sentido y generarán conocimiento a partir de los vestigios materiales de otras épocas. Estrictamente, es el investigador quien "habla" por los objetos culturales y no éstos hablan por el pasado. En el contexto de una exposición, el museo interpreta el mutismo de las colecciones mediante argumentos articulados, mediante relatos y narraciones, genera construcciones interpretativas que solemos llamar en ocasiones historia. Pero cuidado: así como el objeto no habla por sí mismo, tampoco lo hace la historia.

De la misma manera que el pasado no habita en los objetos inanimados, tampoco la historia se encuentra en los museos. Michel de Certeau nos diría que hacer historia es establecer una relación con el "otro" siempre ausente, en otras palabras, que la escritura de la historia es una acción mediante la cual se trae el pasado al presente como una evocación a los muertos para hacer un intercambio entre los vivos. Bajo esta lógica, me parece que un objeto cultural es una entidad en constante oscilación entre la presencia y la ausencia, la vida y la muerte: como vestigio material ha llegado a nosotros por distintos mecanismos, pero como soporte de la información de otras épocas, es necesario interpretarlo para que verdaderamente exista en nuestro tiempo.

Así como "hacemos" la historia, hacemos los museos y por ende, hacemos las colecciones. Bajo este argumento, habrá que pensar más dos veces antes de afirmar que un objeto habla por sí mismo, o bien, que una imagen dice más que mil palabras...





[1] LUCIO LARA. Museum y Clío: el papel de los museos en la enseñanza de la historia,p.43

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